La ecuación es simple: A mayor conectividad aérea, mayor desarrollo del turismo. La cantidad de personas que vuelan a nivel nacional como internacional va en sostenido aumento y así lo avala el último informe de la Junta de Aeronáutica civil de Chile, donde en una de sus conclusiones se señala:
“En el acumulado enero-noviembre del año 2013 se transportaron 15.031.690 pasajeros, es decir, 1.147.355 pasajeros adicionales con respecto al mismo periodo del año 2012.” Lo que representa un crecimiento de 8,3%.
El contexto mundial avanza por las mismas vías. El tráfico de pasajeros crecerá un 31% entre 2012 y 2017, alcanzando 3.910 millones de transportados en 2017, según proyecciones de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA).
Es por esto que se hace imperiosa la necesidad de ampliar y mejorar la conectividad e infraestructura aérea de nuestro país, con miras a un turismo más robusto. Daniel Pardo, subsecretario de Turismo, así lo expuso en la entrevista que sostuvo con nuestro equipo: “Tenemos muy baja conectividad con Asia, insuficiente con Oceanía y con nuestros vecinos podemos potenciarnos”. Según Pardo el arribo de líneas aéreas es muy positivo y pese a que llegó Qantas y viene KLM, “aún falta una estrategia, una política de conectividad aérea que incluya rutas y aeropuertos” Concluyendo que “pensar de esa manera nos permite un desarrollo integral”.
Hacia el mismo punto se dirigen los dardos de la Asociación Chilena de Empresas Turísticas (Achet), donde su presidente Guillermo Correa en un comunicado en el que al mismo tiempo en que valora la llegada de nuevos operadores aéreos, expone las tres tareas urgentes que debiesen ocupar al Ejecutivo y Legislativo, para que el avance en conectividad aérea sea realmente próspero. “Definir una normativa que certifique la calidad y sustentabilidad de las nuevas líneas aéreas que ingresen al país…, revisar la legislación de derechos de los consumidores y la responsabilidad del operador aéreo en caso que éste dejara de operar repentinamente… y finalmente acelerar la construcción y mejoras en la totalidad de la infraestructura aeroportuaria de nuestro país”.
Implementar equipos de mayor tecnología en aeropuertos regionales, agilizar los procesos rutinarios y de control y hasta incluir vuelos internacionales en los aeropuertos que no cuentan con ellos, son otras herramientas que podrían mejorar el servicio y contribuir al desafío latente. Es de esperar por el bien de Chile y su industria turística que seamos capaces de resistir las grandes proyecciones de crecimiento que ya aparecen, e incluso trabajar con miras a un futuro más lejano. No vaya a ser cosa de que la conectividad aérea se transforme en una traba para el desarrollo del turismo.