Inicio 25 de junio de 2012

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El turismo en Japón está ...

El turismo en Japón está en las ruinas


En el país asiático se visitan lugares abandonados. Destacan, entre otros, una academia de la marina imperial de la Segunda Guerra Mundial. Una interesante fórmula que se debate entre hacerse masiva o quedarse en un contexto más alternativo.

Apesar del cruento terremoto que lo azotó en 2011, Japón sigue siendo una de las naciones más importantes del mundo. Su economía creció, entre enero y marzo de este año, un 4,1%. Y es que cualquier actividad que tenga posibilidades de usufructo, se desarrolla sin dudarlo un segundo. Es así como nace el concepto de «Turismo de las Ruinas» -Haikyo en Japonés -que consiste en explorar lugares abandonados, edificios en ruinas, parques desolados entre otros lugares.

Haikyo significa «ruina» en japonés. Muchos señalan la guía Nippon no haikyo («Las ruinas de Japón»), editada por Ryoji Sakai en 2007, como la obra que primero contribuyó a popularizar este fenómeno que durante los siguientes años se ha expandido a través de internet y que ha calado también en extranjeros que residen en Japón.

Los aficionados a esta forma de hacer turismo se debaten entre el gusto por difundir y la necesidad de preservar las ruinas. En Japón los aficionados al Haikyo visitan lugares como el extravagante museo abandonado del monte Asama, un volcán aún activo en la provincia de Gunma, los restos de una academia en Kawatana para formar a los soldados que se introducían en los torpedos tripulados suicidas que usó la marina imperial nipona durante la Segunda Guerra Mundial o Gunkanjima (La isla del barco de guerra, por su parecido con un acorazado), una colonia minera abandonada.

En todo caso, esta fórmula no brinda ningún tipo de direcciones ni mapas para llegar a los sitios. Y es que distribuir la localización exacta de unas haikyo puede contribuir a atraer a visitantes menos considerados que destruyan estos espacios.

Por ello, los que practican este tipo de turismo y escriben sobre ello en internet se debaten muchas veces entre el gusto por difundir lo que encuentran y la necesidad de preservar el estado natural de estas ruinas. Además, popularizar estos lugares en exceso puede llevar a que su dueños los derriben o los precinten, para evitar que los visitantes puedan sufrir algún tipo de accidente y además interpongan denuncias contra ellos, dada su condición de responsables legales.

Fuente

 


Por Lector Turismo
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