Visión del agroturismo y la importancia de las empresas para el patrimonio local

En tiempos actuales la búsqueda de una relación nueva con la naturaleza, de la seguridad y calidad de los alimentos y, en particular la necesidad de identidad, que caracteriza a los lugares como portadores de valores y tradiciones, han conducido a que un número creciente de personas vea a las áreas rurales como lugares llenos de recursos, cultura y productos, que pueden ser descubiertos y disfrutados.

Sin duda alguna, los territorios rurales se presentan a si mismos con un considerable potencial, donde experimentar formas sustentables de desarrollo y donde la agricultura asume un rol multifuncional.

No cabe duda, que para proteger y explotar los recursos históricos (o de patrimonio), se requiere tanto de la industria agrícola como del turismo, ambas como herramientas que interconectan los productos locales, con las tradiciones y valores culturales, pero que también ponen énfasis en el territorio y su comunicación.

La migración histórica de las áreas rurales hacia las urbanas ha ido de la mano con el aumento de la atención hacia espacios rurales, por parte de quienes ahora viven en las ciudades, con la consiguiente búsqueda de valores en ellos, que son típicos de su forma de vida. El mundo rural se presenta así de una forma idílica, una mezcla de “nostalgia, cultura y naturaleza, que se convierte en una romántica visión del hombre trabajando en armonía con su entorno natural”.

Los destinos rurales, donde se presentan en forma integrada el turismo con los recursos locales, la cultura y el medio ambiente, son atractivos y la cultura así como el turismo, se convienen en recursos para el desarrollo socioeconómico de dichas áreas.

Mirándolo ahora, desde la perspectiva de las empresas, éstas además de crear recursos económicos, deben tener una presencia activa y transformadora del territorio; son centros de organización y factores sociales y culturales del cambio. La empresa presupone, la existencia de una “familia”, un grupo administrado por cierto, o recursos humanos que a menudo tienen su propia historia y se encuentran amalgamados y enraizados en un ambiente, asumiendo una identidad integrada con su correspondiente comunidad. La empresa, además debe poseer características físicas y culturales propias del lugar, que provoquen interés y curiosidad en su grupo objetivo y de esa manera, asumir la identidad del recurso turístico correspondiente.

Queda en evidencia entonces, que las empresas son definitivamente las herederas del patrimonio constituido por sus productos, historia, edificaciones y experiencias, todo lo cual contribuye a definir su propia identidad, al mismo tiempo que la identidad de su territorio, población y grupos sociales.

En todo caso, para las empresas, la reconstrucción del conocimiento y los valores del pasado sólo pueden ser realizados partiendo del conocimiento y los valores actuales. De esta manera, las empresas asumen así una función que es innovadora y conservadora a la vez: la experiencia y la historia se establecen en ellas, pero al mismo tiempo deben crear un espacio abierto para recibir e involucrar a otras personas en la apreciación y disfrute  del patrimonio.

Fernanda Valenzuela M. Jefa (s) de la carrera de Administración de Empresas Hoteleras y Servicios IP. Instituto Internacional de Artes Culinarias y Servicios, una organización Culinary.