Un gobierno digital, innovación en la ciudad, ciudad verde o calidad de vida, son aspectos fundamentales de cara a un mundo en el que se anticipa que más de un 60 % de la población global será urbanita en 2030. Ello implica que los diversos recursos necesarios para una convivencia sana deben ser administrados de manera lúcida y eficiente.
Santiago de Chile, junto a Ciudad de México, Bogotá, Buenos Aires, Río de Janeiro, Curitiba, Medellín y Montevideo, está considerada como la más representativa de esta nueva situación en América Latina, en tanto que a escala global las principales están en Europa occidental, Canadá, Estados Unidos, Asia y Oceanía.
Pero en lo que respecta al concepto de «ciudad verde», la empresa Siemens piensa distinto y dejó fuera a las ciudades de Chile del grupo de las 10 que han demostrado programas efectivos en la lucha contra el cambio climático, tales como; el transporte urbano, reducción de la huella de carbono, eficiencia energética, calidad del aire o gestión de residuos urbanos, entre otros.
Top ten verde
Bogotá (Colombia) y Rio de Janeiro (Brasil) son las únicas ciudades sudamericanas que entran en el ranking mundial de Siemens, a las que se suma Ciudad de México como únicos representantes latinos en un listado que completan Copenhague (Dinamarca), Melbourne (Australia), Munich (Alemania), Sigapur, Tokio (Japón), San Francisco y Nueva York (EE.UU.)
En el caso de Bogotá, se le destaca la existencia de su primera flota de taxis eléctricos y la implementación del sistema TransMilenio permite movilizar al 70% de la población que viaja en transporte público y ha logrado reducir sus emisiones en aproximadamente 350,000 toneladas al año. En Río de Jaineiro, el factor de cambio es la reurbanización de todas las favelas de Río de Janeiro hacia el 2020, con una combinación de mejor paisajismo, infraestructura, herramientas educativas y medidas que ayudarán a mejorar la salud y el bienestar del 20% de la ciudad población que vive en esos asentamientos.
Aún cuando se trate de un ranking menor elaborado por una empresa privada, igualmente atenta contra el deseo de hacer de Chile un país turístico que atienda las políticas mundiales de sustentabilidad, que es una tendencia al alza y valorado por quienes recorren el mundo.