Hace unos días falleció una turista alemana en Chile. Se llamaba Vera Baldeau, tenía 30 años y su deceso se provocó luego de caer a un acantilado de 40 metros en la Reserva Nacional Llanquihue, debido a que el mosquetón que utilizaba se soltó. Una triste situación que entrega muchas interrogantes respecto a la seguridad de este tipo de actividades, por ejemplo, ¿Dónde se estipulan los parámetros para realizarlas?
Publicado en junio de 2011, es el decreto 222 el que reglamenta las prestaciones de servicios turísticos. En el se establece claramente la obligatoriedad de contar con los equipos adecuados. Se debe “…contar con una adecuada planificación, selección y exigencia de ropa, equipos y materiales técnicos necesarios para la actividad o programa…»
Se aclara, a su vez, que todos los elementos deben estar sujetos a mantención, ya que es necesario «verificar y/o revisar el estado de todo el equipo no utilizado por un tiempo prolongado, o que sea objeto de algún transporte (mudanza, entrega u otro)».
¿El reglamento no es suficiente?
Es un reglamento que, al parecer, a los ojos del gobierno se debe reforzar. Así se entiende al mirar el presupuesto 2013, recientemente aprobado por la Cámara Baja. En el se estipula un aumento de fondos disponibles para el Servicio Nacional de Turismo. Una de las razones de aquello es “la contratación de siete nuevos inspectores para aquellas regiones turísticas que requieren de mayor control en lo que refiere a los establecimientos de alojamiento y servicios de turismo aventura”.